Nuestra vida salvatoriana es apostólica y es la expresión del amor de Cristo que nos urge a gastarnos por la salvación de todos los hombres, seguros de que así nosotros mismos crecemos en nuestra unión con Dios.

Proclamamos a Jesucristo a todos los hombres utilizando todas las formas y medios que el amor de Cristo inspira, particularmente por el testimonio de nuestra vida, nuestra bondad y nuestro celo apostólico.

En el ejercicio de este ministerio respetamos siempre la dignidad de la persona humana y estamos dispuestos a servir a todos los hombres sin distinción alguna.