RELIGIOSOS SALVATORIANOS

El beato Francisco María de la Cruz, nació el 16 de junio de 1848 en Gurtweil (Alemania), y murió el 8 de septiembre de 1918 en Tafers (Suiza). Dedicó toda su vida a propagar el Evangelio de Jesucristo y dio a sus hijos e hijas espirituales, que hoy trabajan en todos los continentes como Familia Salvatoriana, el mandato y misión de no descansar hasta que todos conozcan, amen y sirvan al único Dios verdadero y a su enviado, Jesucristo. Vivió en forma heroica las virtudes cristianas y fue beatificado en Roma el 15 de mayo de 2021.
CARISMA

Movidos por las palabras del Evangelio: «Esta es la vida eterna: que te conozcan a Tí, único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo», nuestro fundador nos dio el mandato y misión de no estar contentos hasta que todos los hombres conozcan, amen y sirvan a Jesús como su Salvador. Para progresar en este ideal, nos esforzamos por crecer en el conocimiento y en el amor del Salvador y por darlo a conocer a los demás. Fomentamos una inquebrantable confianza en Dios y un verdadero espíritu de oración, convencidos de que todo lo podemos en Aquel que nos fortalece.
MISIÓN

La bondad y el amor de Dios por la humanidad han aparecido en Jesucristo. En Él, el único y verdadero Salvador del mundo, todos los hombres somos llamados a la unión con Dios y con los demás para formar el Pueblo de Dios. Inspirado por el Espíritu Santo y profundamente preocupado por la salvación de todos, el Beato Francisco María de la Cruz fundó la Sociedad del Divino Salvador y le dio el objetivo apostólico de anunciar a todos los hombres que Jesús es el Salvador.
ESPIRITUALIDAD

Jesucristo es el centro y la fuente de energía de nuestra vida. Nos llama a la unión con Él y respondemos a esa llamada mediante nuestra oración, nuestro amor a Él, a nuestros cohermanos y a todos los hombres. Así como apostolado y oración fueron uno en Jesús, de la misma manera buscamos una mayor integración entre apostolado y oración en nuestras vidas. Toda nuestra vida está enraizada en la unión con Cristo. Profundizamos constantemente en esta unión mediante la celebración de la liturgia, la reflexión de la Palabra de Dios, la oración personal y comunitaria, nuestra entrega a su obra de salvación, nuestro encuentro con Cristo en todas las personas y en las experiencias de cada día..
REGLA DE 1884
Amadísimos: Enseñen a todos los pueblos, especialmente a los niños, a conocer al verdadero Dios y a su Enviado, Jesucristo. Les conmino en presencia de Dios y de Cristo, que juzgará a los vivos y a los muertos por su venida y por su Reino. Prediquen la Palabra de Dios, insistan oportuna e inoportunamente, argumenten, supliquen e increpen con toda paciencia y sabiduría. Vayan y proclamen a la gente toda palabra de vida eterna. Anuncien y escriban a todos sin descanso la doctrina celestial. Carísimos: esta es la voluntad de Dios, que todos conozcan las verdades eternas. Les insisto para que no dejen pasar ninguna oportunidad de anunciar la totalidad del misterio de Dios, a fin de que puedan decir con san Pablo: «Soy inocente de la sangre de todos». No dejen de amonestar día y noche a cada uno hasta las lágrimas. No ahorren nada que sea útil para anunciar y enseñar a todos el mensaje de Dios en público y de casa en casa (Beato Francisco María de la Cruz).